El momento de la Pasión del Señor que ha sido elegido para ampliar el grupo escultórico tiene directa relación con la advocación de la Stma. Virgen de la Piedad. Ella, plena de dolor a los pies de la Cruz, se apiada del cuerpo sin vida del Santísimo Cristo del Amor, el cual proceden a trasladar al sepulcro José de Arimatea y Nicodemo, miembros del Sanedrín partidarios de Jesús. Ellos son quienes se encargan de mediar ante Pilato para poder dar sepultura al cuerpo del Señor antes del Sabbat. Ante la presencia de María Magdalena que besa la mano derecha inerte de Cristo y María Salomé que porta la corona de espinas, los Santos varones levantan el cuerpo de Jesús para iniciar el sacro cortejo hasta la sepultura. San Juan, que acompaña a la Santísima Virgen, escucha las palabras de José de Arimatea que le indican que han de iniciar la marcha. Mientras, junto a la Cruz, María de Cleofás, despide con la mirada a Longinos. Esta escena, completamente nueva dentro de la iconografía de este pasaje, representa la soledad y abatimiento del hombre. Longinos, soldado converso que tras haber comprendido la injusticia de la muerte del Hijo de Dios permanece junto a la familia, se marcha cabizbajo y lloroso dejando a sus espaldas al fúnebre cortejo que ha marcado el antes y el después de su propia vida. La escena se completa con la Cruz, la escalera, la sábana, el titulus y los clavos.